El Hotel Madrigal, en Cuernavaca, Morelos, se define por su diseño escalonado, que se adapta a la topografía montañosa del terreno, aprovechando las vistas al paisaje circundante. Este reinterpreta las edificaciones vernáculas aledañas, integrando terrazas en cascada con vegetación que conectan a los huéspedes con la naturaleza. Reducen la huella arquitectónica generando microclimas que moderan la temperatura interior.

La jerarquía espacial se establece con dos volúmenes principales como unidades hoteleras, complementados pos edificaciones tipo condo en la parte frontal del predio, con un área verde privada y concentrando la mayor densidad de cuartos en la parte superior con vistas al volcán.

El proyecto se organiza en cinco niveles. Planta baja agrupa el motor lobby, la recepción, áreas administrativas y áreas comunes, conectadas a los jardines. Los niveles superiores alojan las habitaciones, distribuidas para garantizar la privacidad, orientación óptima y acceso directo a terrazas, fomentando el descanso en un entorno campestre.

El diseño integra en fachada: concreto, madera y piedra local, estableciendo una estética cálida y duradera, así como una vínculo visual - funcional con el contexto.

Las cubiertas inclinadas, inspiradas por el sitio, se aprovechan para crear un sistema de captación de agua pluvial. Además, el diseño bioclimático optimiza la ventilación cruzada e ingreso de luz natural, minimizando la necesidad de aires acondicionados y mejorando el confort térmico.

Este hotel, reinterpreta elementos tradicionales desde un enfoque contemporáneo, logrando un equilibrio entre funcionalidad, sostenibilidad y conexión con el lugar.